4 jul 2010

gracias a la vida se escuchò en todos los continentes

Violeta Parra sigue siendo un misterio: mezcla de madre campesina y rockera contestataria, mujer intensa y sensible, gigante y pequeña y maldita.
Es interesante observar cómo todo el mundo se rindió y se sigue rindiendo embobado ante su figura, su poesía, sus construcciones melódicas que siguen vivas y se siguen escuchando.
Violeta del Carmen Parra Sandoval nacio en San Carlos, Chile, el 4 de octubre de 1.917. Desde pequeña sintió afición por la música y el folclore chilenos; su padre, profesor de escuela primaria, fue un conocido folclorista de la región. Tras instalarse en Santiago, comenzó a actuar con su hermana Hilda en el Dúo Hermanas Parra. En 1942 ganó el primer premio en un concurso de canto español organizado en el Teatro Baquedano, y a partir de entonces fue contratada con frecuencia hasta que partió a Valparaíso, donde encontró su verdadera vocación.

El constante viajar por todo el país le puso en contacto con la realidad social chilena, plagada de desigualdades económicas. Violeta Parra adoptó una postura política de militante de izquierdas que le llevó a buscar las raíces de la música popular. En 1952 recorrió los barrios más pobres de Santiago de Chile, las comunidades mineras y las explotaciones agrarias, recogiendo canciones anónimas que después repetirá, ya en 1954, en una serie de programas radiofónicos para Radio Chilena, emisora que la proyectó al primer plano del folclore nacional. En 1954 recibió el premio Caupolicán;

A mitad de los años cincuenta realizó un viaje por los países de la Europa socialista y de regreso, a su paso por Francia, tuvo la oportunidad de plasmar temas del folklore chileno para el catálogo del sello Le Chant Du Monde. En 1956, ya de regreso a Chile, grabó el primer álbum de la colección El folclore de Chile, serie que impedirá que se pierdan multitud de temas, la mayoría de autoría anónima. Fue designada directora del museo de Arte Popular de la Universidad de Concepción y retomó sus actuaciones en Radio Chilena.

Pasó los primeros años de la década de 1960 en Europa, donde realizó actuaciones en diversos países. En 1964 tuvo la oportunidad de organizar una exposición individual de su obra plástica en el Museo del Louvre, la primera realizada por un artista latinoamericano. Nuevamente en Santiago, junto con su hermano Nicanor y sus hijos mayores, animaron la "Peña de los Parra", un nombre de resonancias legendarias en la música popular de América Latina.

Además de una artista excepcional, Violeta Parra fue una investigadora del folclore chileno; su obra recopilada es inmensa y comprende numerosos géneros, como tonadas, parabienes o villancicos. Su labor de difusora de la expresión del pueblo campesino la volcó en composiciones musicales como Casamientos de negros (1955), Yo canto la diferencia (1961), Una chilena en París (1965), Qué dirá el Santo Padre (1965), Rin del angelito (1966), Run run se fue pal Norte (1966), Volver a los diecisiete (1966) y Gracias a la vida (1966), muchas de las cuales han sido grabadas por destacados intérpretes.

Su creatividad la llevó también a cultivar la cerámica, la confección de tapices, la pintura y la poesía. Los dolores y las alegrías de su vida alientan los versos de A lo humano y a lo divino. Desgraciadamente, como consecuencia de una fuerte depresión, Violeta Parra acabó con su vida el 5 de febrero de 1967, momentos antes de salir a un escenario.

Silvio Rodriguez en su último disco , "Segunda cita" escribio esta canción para Violeta Parra.


Carta A Violeta Parra


Mi siempre bien amada Violeta Parra:
supe por una nube tu dirección.
Te escribe una guitarra
que te recuerda con devoción,
sólo para cantarte, sí,
cómo va la cuestión.

Por aquí abajo huelgan las maravillas,
la costumbre deserta de la piedad.
Reina la pesadilla
como suprema divinidad.
Ego, fama y dinero, sí,
bendita trinidad.

El afortunado
hace vista gorda
y el vilipendiado
carne de la horda.

Beso a Carmen Luisa,
novia de un arcángel.
Quiero a la Chabela
y saludo al Ángel.

Las redes tejen sueños para subastas;
la sangre ajena es un efecto especial.
La dignidad se gasta
como la piedra filosofal.
El lucro y la codicia, sí,
forman la patronal.

Mi querida Violeta, mándame aéreos,
voces de tu Universo en evolución,
para usar tu misterio
contra las plagas del faraón,
para que me den fuerzas, sí,
y una buena canción.


9 comentarios:

  1. Que interesantísima entrada. Sabes, puedo entender que una mujer tan creativa acabara con su vida en un momento tan difícil como son para muchas mujeres los cincuenta años, y más en aquellos años. Las hormonas se van, las fuerzas con ellas, la creatividad se apaga, se echa en falta lo que recientemente se disponía con fluidez. Deja de compensar llevar otro tipo de vida y la depresión te enseña la puerta de salida. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Una depresión puede ser un desesperante infierno que te apunta siempre en una dirección: dejar de sentir.
    Pero tuvo la vitalidad de la creación.

    ResponderEliminar
  3. emejota, me asustas, que me faltan solo 5 pa 50, oh que horror....

    Isabel, gracias por la visita, supongo que la depresión se puede explicar como tu lo has hecho, la intensidad de una existencia se puede volver en contra.

    ResponderEliminar
  4. Me ha interesado mucho tu respuesta. Creo que es así. Casi me hundo para siempre. Las cosas deben ser más serenas o se te va la vida en ellas. El problema es cuando te imponen ese ritmo y no sabes frenar, te llevan al caos.
    Gracias.

    ResponderEliminar
  5. La conozco poco, pero Violeta Parra es uno de mis modelos estéticos. No le temo a su ejemplo conclusión, y su arte y poesía están por encima de cualquier otra consideración.

    ResponderEliminar
  6. Lola, no hagas caso a emejota. La década de los cincuenta a los sesenta tendría que llamarse "la década prodigiosa": el cuerpo está bien todavía, sin achaques y funcionando; y la cabeza está en plenitud, con experiencias, sabiendo lo que quieres y a dónde puedes llegar.
    Y te lo dice quien ya la ha pasado.

    ResponderEliminar
  7. Ja,ja,ja. Lola, cada cual cuenta su experiencia según le va en la feria. Reconozco que de los 45 hasta ahora estoy viviendo la mejor época de mi vida, no puedo dejar de estar de acuerdo con mi admirada María Jesus. Peeero, hay personas que tienen una disposición física muy dependiente del nivel hormonal, ese fue mi caso y el de F., y la bajada de estrógenos hubo que compensarla con "química permitida" para que la depresión no hiciera mella, pues ya amenazaba sacando su zarpa. Curiosamente, a mi madre no le ocurrió, pero si a su hermana, y a mi. Entonces es cuando te planteas lo dependientes de la química corporal que son esos pensamientos que te crees personales. Pero en estos tiempos resulta fácil, ojala no te ocurra, pero si fuera así el tratamiento hormonal sustitutorio funciona, sobre todo si te conviertes en una menopaúsica precoz como una servidora a los 44, te aseguro que fue una jodienda...y todavía me visitan los sofocos de vez en cuando. Un abrazo jocoso.

    ResponderEliminar
  8. ¡¡Cuánta sensibilidad¡¡ Cuánto ternura¡ ¡Qué hermosa letra pecado, y qué recuerdos aquellos.. tenemos que hacer una quedada con estos grandes" "lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber " qué gran frase y cuánta poesía en una can ción..

    ResponderEliminar
  9. Buena reseña canarita,pasado el tiempo, a veces me pongo a pensar como los movimientos musicales, literarios y artisticos en general de aquellos años en america latina han insidido tanto(en la práctica) en que las cosas hoy sean aunaque sea un más justas...y esto inevitablemente me eriza los pelos de los antebrazos. Violeta sin dudas una referente escencial

    besos

    ResponderEliminar

consignarón